El último aleteo de Andrea, danza que se presentará en Asunción

20-07-2016

La historia real de una campesina salvadoreña, de nombre Andrea Márquez, que sobrevivió la Masacre de El Mozote, y que durante dos años y medio vivió perdida en la montaña, escondiéndose del ejército que invadió y arrasó ese poblado en 1982, es la inspiración que da movimiento al solo de danza denominado “El último aleteo de Andrea”, presentado por primera vez en Asunción por la coreógrafa Marisol Salinas, en dos únicas funciones.

Las funciones serán el sábado 23 y domingo 24 de julio, a las 20:00 horas, en La CAOSFERA (Gral. Díaz 1163 c/Hernandarias y Don Bosco). Ambas presentaciones cuentan con el apoyo de la Secretaría Nacional de Cultura (SNC).

Este trabajo fue estrenado hace un año en Morelia, México, en el XVIII Festival de Danza Contemporánea de Michoacán, y ya fue presentado en gira por El Salvador, y en la Universidad de la Florida, en Gainesville, auspiciado por el Centro de Estudios Latinoamericanos de dicha universidad. Sin embargo, es esta la primera vez que se presenta para el público asunceno.

Marisol tiene convicción de que, aun cuando ésta terrible historia aconteció varias décadas atrás en un distante poblado de El Salvador, su realidad es de dolorosa vigencia en Paraguay y en muchos lugares de Latinoamérica en donde civiles continúan sufriendo la violencia del Estado.

Marisol Salinas es originaria de El Salvador (Centroamérica), pero se trasladó a Paraguay en 1992, apenas concluida la guerra en su país. En Paraguay fue fundadora del grupo de danza contemporánea Cuerpo Presente (1995-2001), junto con Edith Correa y Mirta Insaurralde. Por ocho años fue docente y coreógrafa del Departamento de Danza del Instituto Superior de Bellas Artes, donde formó parte del equipo elaborador del programa de la Licenciatura en Danza (2007-2015).

Actualmente trabaja como artista independiente con Maino’i Colectivo Escénico, desde donde ha creado obras como “Viaje al centro de la mano” – co-autoría con Beto Ayala y Ana Mello (2010); y “Hau detrás un fulgor” (2014).

Fotos de Ramón Merino.